“No debiera de haberse dado el paso de la desaparición de Toén, lo que se hubiera tenido que hacer es no llegar a la situación de indignidad en la que estaba ”
Ex-psiquiatra del Servizo Galego de Saúde, ex-jefe del sanatorio psiquiátrico de Toén, especialista en toxicomanías, creador del primer módulo de drogodependencias en Ourense, psiquiatra de ATOX, presidente de honor de la Asociación de Fibromialgia y Fatiga Crónica... es parte del currículum de Manuel Cabaleiro Fabeiro, retirado desde 2008 aunque en la actualidad mantiene consulta privada.
Siendo su padre el dr. Cabaleiro Goás, definitivamente tenía que acabar dedicándose a la psiquiatría?
Manuel Cabaleiro: “Además del problema familiar, y de genética un poco, es que yo nazco un 27 de junio, patrona de sanidad, en un sanatorio psiquiátrico”.
¿Qué opinaría su padre del cierre de Toén?
M.C.: “No hubiera llegado a esto, no opinaría nada porque Toén seguiría siendo un centro (psiquiátrico). Mi padre en este momento tendría 90 y tantos años, pero yo creo que Toén hubiera seguido siendo un foco de cultura psiquiátrica importante no solo para España sino para otros países”.
Hace tres años decía en una entrevista que son necesarios más especialistas para la salud mental, que había déficit de camas en las unidades de agudos y de plazas en centros de día. Hoy, con los recortes que está habiendo en la sanidad pública, ¿qué balance hace de la situación?
M.C.: “Sinceramente pienso que todo se sustituye por buena voluntad, dedicación de los propios profesionales, etc. Pero lo que sí es cierto es que la psiquiatría pegó un cambio brutal en los últimos 50 años, por la entrada de los psicofármacos por las terapias distintas que se van adoptando para tratamientos. Hoy en día se va más a la ubicación de personas que están en condición de poder estarlo en pequeños chalets, pisos, en donde ellos mismos se autogestionan, bajo la supervisión por lo menos dos o tres veces por semana del equipo de continuidad de cuidados psiquiátricos, que yo tuve el honor de inaugurar el primer equipo en Ourense. Que los enfermos estén controlados en sus propias casas y mezclados dentro de la población general es ideal. Los visitamos, les ponemos las inyecciones retardadas que sean necesarias y la familia está tranquila porque sabe que en el primer momento en que vislumbremos el más mínimo atisbo de recaída se le traslada a la unidad de agudos.
Y después existe lo que se puede llamar un seguimiento de personas crónicas, abandonadas incluso, o poco conectadas ya con la familia, de muchos años ya en las instituciones y esas personas necesitan ubicarse en un sitio, y esos hoy en día están en el sanatorio psiquiátrico de Toén, son enfermos residentes residuales psiquiátricos.
Creo que hoy no debiera de haberse dado el paso de la desaparición, lo que se hubiera tenido que hacer es no llegar a la situación de indignidad en la que estaba, y en eso hay unos responsables.
Si me dicen ahora los diputados que es indigno cómo viven los enfermos de Toén, pues ¿quién les dejó llegar a esa situación? Y económicamente ¿qué interesa más, adecuar un sanatorio psiquiátrico a psiquiátrico o adecuar un sanatorio general a psiquiátrico? Evidentemente lo primero.
En Toén los enfermos estaban integrados en la población de los pueblos limítrofes, y si tú hoy haces una encuesta en Toén entre los que todavía están allí te dirán que no se quieren ir. Dicen que aproximación a la ciudad, sí, pero todas las balconadas que tiene Piñor, las tres plantas que tiene, no se debe tener más de una planta en un psiquiátrico por problemas de que se puedan suicidar los pacientes, entonces hay que cerrar todo eso y realmente estás convirtiendo eso otra vez en una cárcel y hacinamiento de pacientes, lo cual no me parece muy lógico.
Cada hospital tiene sus características y los psiquiátricos tienen que tener unas.
Me parece que era mucho más lógico adecuar Toén que no volver a adecuar Piñor”.
¿Cuál o cuáles son las enfermedades mentales más comunes ?
M.C.: “La más común son los trastornos mixtos de ansiedad y depresión, eso es el caballo de batalla permanente en Atención Primaria, que no nos llegan muchos a nosotros porque los médicos de Primaria los solucionan perfectísimamente y cuando fracasan nos los pasan a los especialistas.
Lo que sí se mantiene es la esquizofrenia, lo que la gente entiende por locura se mantiene en el 1% de la población general, sea en el Norte o en el Sur, país capitalista o socialista, blancos o negros”.
¿Dónde está el límite o la frontera para que los especialistas dejen de considerar a una persona simplemente excéntrica para diagnosticarla con patologías psiquiátricas?
M.C.: “La excentricidad pudiéramos considerarla una normalidad, pero no una patología, vamos a ver...
¿Dónde empieza, entonces, la patología?
M.C.: “Donde termina la normalidad, que es muy sencillito de decir: la norma del término medio, siempre con las variables culturales y propias de cada zona, no es lo mismo en África una cosa normal que aquí en Europa, por decir algo, las costumbres, la tradición, la cultura... La normalidad es la norma del término medio, por debajo se considera negativo y lo que está por encima positivo, por lo tanto lo positivo lo modula y se considera normal, como es por ejemplo el caso de los superdotados, se salen de la norma por arriba y por lo tanto es algo positivo.
Todo aquello que genere malestar importante a la persona y al entorno en el que vive eso se considera una patología, más que nada la vivencia de la persona de estar enferma”.
¿Cree que sigue habiendo prejuicios por parte de la población hacia los enfermos mentales?
M.C.:“Hay tres enfermedades malditas: tuberculosis, enfermedad mental y lepra, esas son tres enfermedades bíblicas, y eso está metido en el inconsciente colectivo arcaico ce todo el mundo. Sí se ha modificado, sí se ve con más normalidad que las personas vayan al psiquiatra, sobre todo por este tipo (de enfermedades) que estoy diciendo, porque yo esquizofrenias a lo largo del año en mi consulta privada veo pocas, las que veo a lo mejor salieron de un sanatorio pero ya fueron tratadas; lo que más veo es esto que te estoy diciendo (trastornos de ansiedad y depresión). De todas formas observas la sociedad y dices tú es mejor decir que voy al psicólogo que que voy al psiquiatra, parece más leve.
El psicólogo trata una serie de patologías... (retoma la explicación) La psiquiatría está todo aquí en el cerebro, el problema es que no conocemos la mitad del cerebro... Lo que rodea a la persona, y cómo la persona vivencia su enfermedad, en la parafernalia que rodea cualquier enfermedad es donde actúa el psicólogo y el médico tiene que actuar en la patología propiamente dicha”.
Al decir el nombre de Freud todo el mundo piensa en el psicoanálisis, no obstante antes que psicólogo Sigmund Freud era neurólogo como usted. ¿Cuál es la relación entre la psicología y la neurología?
M.C.: “La neurofisiología y la neuropatología van cada vez más unida a la psiquiatría, porque en realidad, es un criterio muy personal, considero que la psiquiatría es... (se interrumpe). Aquí siempre se separó el cuerpo y el alma, lo cual nos hizo muchísimo daño, las teorías cartesianas..., el hombre es una unidad estrutuctural de cuerpo y alma, es corporeidad anímica diría un filósofo español que estudió mucho la neurofisiología cerebral y la aplicó a la filosofía, Xavier Zubiri, es un todo, nuestros sentimientos no están en el corazón, están en la cabeza, en el cerebro. La regulación de nuestras hormonas, de la inmunidad, todo lo ordena el cerebro, y ahí está todo, y lo demás son formas distintas de enfermar cada persona, eso es otra historia, y ahí entraría más la psicología... Pero en lo que es la enfermedad mental son enfermedades realmente de alteraciones probablemente bioquímicas a nivel cerebral.
Lo que pasa es que no puedes investigar en cerebros vivos, por eso vamos más lentos, mientres un cerebro tiene vida hay vida en la persona, y no es lo mismo la bioquímica del vivo que del muerto. Salvo en grandes confrontaciones, donde estas investigaciones avanzan por barbaridades que los humanos cometemos con otros humanos, y abrimos las cabezas de las personas que se cogen en las guerras y se meten en determinados centros y se les castiga de determinadas maneras, ahí se hace un proceso de investigación criminal, pero sí es cierto que ha ayudado a conocer un poquito más el cerebro. Y si no, tienes que trabajar con cerebros de animales, por ejemplo el encefalograma más parecido al del hombre es el del gato, las investigaciones se hacen en el gato, tienes que ayudarte de estas cosas. Y hoy en día con los simuladores estás viendo en una pantalla estás simulando una patología.
La psiquiatría cambió de aquí a Lima pero nos queda muchísimo por conocer porque realmente conocemos el 30% del cerebro”.
Tratamientos como el electroshock, lobotomías... ¿hoy en día ya no se aplican?
M.C.: “No, no, existen, el electroshock existe; cuando fracasa todo tipo de tratamiento en una depresión, se agotan las posibilidades terapéuticas, y existen ideas cuasi obsesivas de suicidio, el tratamiento de urgencia es la electroshock-terapia, lo que pasa es que hoy el electroshock no se pone como se ponía antes a pelo, hoy se pone con un anestesista...
El caso máximo de depresión es cuando tienen dirección autolítica perseverante, eso es un caso de urgencia psiquiátrica, no les puedes dar antidepresivos porque el valor que les falta para llevar a cabo eso el antidepresivos actúa primero sobre la inhibición, entonces desinhibe al paciente y todavía sigue triste, le das el ánimo pero sigue todavía triste y entonces efectúa el acto, por lo tanto tienes que utilizar el electroshock, pero quedó reducido exclusivamente a eso”.
¿Cuál es el efecto del electroshock?
M.C.: “Es una vasoconstricción violenta, una crisis epiléctica, por lo tanto una convulsión de la bioquímica cerebral, y no se sabe exactamente el porqué pero lo cierto es que pone a la persona en una disposición mejor para desarrollar una actividad normal, por lo tanto superar una depresión...”
Los legos en neurología solemos tener la convicción de que una enfermedad o un traumatismo que afecten al cerebro son letales e irreversible o cuando menos dejarán unas secuelas dramáticas, ¿esto es siempre cierto?
M.C.: “En el porcentaje es el 99,9% de que sea así como pensamos todos, pero yo tengo visto a lo largo de mi vida, personas con grandes traumatismo, con salida de masa encefálica, metes la masa encefálica dentro, coses y reparas y la persona queda practicamente bien o casi perfecta. Y sin embargo otros se pegan un golpe contra la esquina de una mesa y hacen una atrofia cerebral. El cerebro de cada individuo es personalísimo y su respuesta ante el mismo estímulo no es siempre la misma, y por lo tanto hay mayor sensibilidad o resistencia a los traumas, o no y entonces desenvuelven patologías gravísimas. Es muy difícil decirlo, pero en el 99,9% lamentablemente la persona fallece”.
En 1978 sufrió un atraco en el que le colocaron una bomba en el pecho, a los 50 años tuvo un infarto, ¿cómo marcó aquello su vida? ¿podemos las personas recuperarnos de traumas como éstos?
M.C.: “Me marcó como a cualquiera, a lo mejor yo tengo unos mecanismos y unos recursos un poquito mejores que otros, por mi especialidad y mis conocimientos, pero no dejan de ser momentos cruciales impactantes en tu vida que te ayudan a priorizar determinadas cosas y abandonar otras. Hasta aquí pensaba que podía hacer unas cosas pero si tengo que priorizar, en concreto en mi caso dedicarle más tiempo a la familia, menos tiempo a otras cosas, y abandono otra serie de cosas que a partir de ese momento son secundarias.
Si me duró mucho el tema del infarto o de la bomba diría que mes y medio, después ya no, primero porque no ganas nada si empiezas a razonar logicamente, a cualquiera de nosotros si alguien nos quiere matar nos mata, ¿quiere usted protección? No, a mi me da lo mismo. Creo que lo superé fracametne bien, hoy en día casi no me acuerdo”.
¿Pero no todos tiene los mismo mecanismos para reaccionar igual?
M.C.: “Pues no, cada persona reacciona ante un mísmo estímulo de muchas maneras diferentes, dependiendo de un bagaje que pueda tener, cultural, experimental, personal, etc. Es evidente que mi caso podría ser, entre comillas, un privilegiado, tenía una serie de mecanismos por mi profesión, para responder mejor”.
Toca música de los 60, fue candidato a alcalde, está en el PNG-PG, ha sido médico del CD Ourense, ¿qué le queda por hacer?
M.C.: “Supongo que mucho, pero ya cuando tuve el infarto, ya me hice la reflexión, ¡Manolo, que me quiten lo bailao'; haces un análisis de tu vida y dices tú, bueno pues yo he vivido aceptablemente bien, tengo una familia no tengo problemas familiares de ningún tipo, bien,si hay que marchar, se va uno y punto pelota”.
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