lunes, 1 de agosto de 2011


Tampoco es solución incrementar el aseguramiento privado

Los análisis más recientes (NEJM 2011) muestran que la competencia de seguros no ha producido los beneficios esperados y, de hecho, ha creado nuevos problemas, poniendo en duda los méritos del modelo y su idoneidad en los países donde se ha favorecido su implantación, como es el caso de Holanda.

En primer lugar, la competencia no ha disminuido la tasa de crecimiento del gasto sanitario. Los gastos de salud continúan superando la inflación general, que aumentó a una tasa promedio anual del 5% desde 2006. Al mismo tiempo, el costo total del seguro de salud para las familias holandesas, incluidas las primas y deducibles, aumentó en un 41%. Según la Estadística de los Países Bajos, en 2010 el país gastó el 14,8% de su producto interno bruto en el cuidado de la salud y el bienestar (incluido el cuidado a crónicos y otros servicios sociales). Además, mantener la competencia y la gestión produce altos costos administrativos. Por ejemplo, se han tenido que contratar más de 600 personas para administrar las subvenciones de primas para personas de bajos ingresos (el 40% de las familias holandesas).

En segundo lugar, sigue habiendo holandeses sin seguro (150.000) y crece el número de morosos (319.000 en 2010). En conjunto representan el 3 % de la población.

En tercer lugar, la libre elección del consumidor no ha funcionado según lo previsto. Desde 2007, sólo el 4% de la población holandesa, en promedio, ha cambiado los planes de cada año; en el 80 % de los casos condicionada por las empresas más que por decisiones individuales. Además la elección está restringida por la concentración del mercado de seguros, ya que, actualmente, cuatro consorcios controlan cerca del 90 % del mercado de seguros de salud holandés. La situación es tal que el 65 % de los asegurados están insatisfechos con los planes privados.

En cuarto lugar, la libre competencia es más retórica que real, porque se necesitan medidas reguladoras a nivel de gobierno central. Se precisa un control burocrático de la atención médica sobre aspectos como los presupuestos generales, la fijación de precios y el reparto de costes al paciente (honorarios de los médicos, costes de los servicios de hospital).

Así pues la libre competencia en salud es un mito porque no tiene en cuenta una realidad crucial: los sistemas de salud de Europa, Canadá y Japón gastan mucho menos que los EEUU en servicios médicos porque se basan en la regulación de precios, en los pagos coordinados, en presupuestaciones generales y en la contención de tecnologías costosas. En este contexto, las reformas holandesas se quedaron muy por debajo de las expectativas, porque las intenciones políticas no pueden confundirse con los resultados, y porque la competencia no es la panacea.

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